[et_pb_section][et_pb_row][et_pb_column type=”4_4″][et_pb_text]En las anteriores entradas hemos visto la importancia de éste mineral y diversos estudios que alertan de la relación de su déficit con algunas de las enfermedades más comunes en nuestros días. Cerramos este ciclo de posts hablando sobre cómo detectar si sufrimos su insuficiencia y, sobre todo, cómo incluir Magnesio en mi alimentación.Signos de alerta temprana de insuficiencia de magnesio– Fatiga física y mental, cansancio general.– Tic persistente en los párpados y tirones musculares con facilidad.– Tensión en la parte superior de la espalda, hombros y cuello.– Dolores de cabeza y migrañas.– Retención de líquidos en el ciclo pre-menstrual y/o sensibilidad en los senos.El magnesio en nuestras vidasEl agua que bebemos (sobre todo las tan de moda de mineralización débil), la comida que comemos y la tierra que pisamos (andar descalzo en la antigüedad nos hacía asimilar muchos nutrientes por vía tópica) ya no tienen las cantidades requeridas de minerales y vitaminas a las que nuestro organismo se adaptó durante millones de años.Podemos paliar este déficit aumentando el consumo de determinados alimentos que contienen cantidades relevantes de magnesio como: hojas verdes (principalmente espinacas, col verde y acelgas), frutos secos y semillas (sobre todo semillas de calabaza, nueces de Brasil, almendras y anacardos), pescado, aguacate, plátano, frutas secas (higo, dátil, ciruelas y albaricoque) y chocolate amargo.
